Diario de Viaje de un Ciclista ( … veterano devenido en principiante ).
Domingo 28.-
6,20 am. Shell de Colectora y del Prado. Encuentro puntual. Gotas fugaces. Lloverá ? El Weather pronosticaba torrentes de sol para Carmelo. Bad Milk Man . Torrentes de orientales aguas nos aguardaban. -
6,45 am. Partida de la Task Force International G7. –
7,30 am. Llegada a Puerto de Tigre. Colocación de ruedas delanteras para abordar catamarán. En mi bici ruido extraño. Hum... En plena navegación ( presentimiento ), reviso rueda : contratuerca falseada. Cuando ya pensaba en que libro comprarme, la inventiva de un compañero de aventura, con una pequeñísima tuerquita extraída del soporte de la mamadera, salva la catástrofe. Alguno dirá suerte de principiante. No Señor, suerte que allí estaba Eduardo. Gracias Edu, me rescataste. Como este episodio sucedió cruzando la línea divisoria internacional, a partir de ese momento las coordenadas de las cartas náuticas designaron ese histórico punto geográfico, como “El Cruce de la Tuerquita ”. –
11,30 am. Desembarcamos en Carmelo. Partimos y al viento desplegado nuestro blanco pabellón ( entiéndase remeras del G7 ). Según reportes periodísticos posteriores hubo quienes creyeron que éramos una avanzada de Médicos sin Fronteras, pero justo es decir que no vimos ningún enfermo y a decir verdad tampoco muchos sanos, pues en las calles de Carmelo en domingos de lluvia no se ve ni al loro. Lo demás es una acuosa historia. Mientras la lluvia fluía raudamente por mis anteojos divagaba pensando que Café la Humedad es un exultante canto a la sequía. En ese punto mi visión era tan borrosa que no sabía si pedaleaba detrás de alguno de mis compañeros ciclistas o de los camellos de los Reyes Magos. Fue en ese momento que Cristina remedando a los grandes cartógrafos de la historia, plano en mano aseveró : “Siganmé, no los voy a defraudar, por aquí hay una capilla y nos podremos refugiar”. La bella Capilla colonial de San Roque presentaba una no menos hermosa galería con arcadas que fue nuestro providencial refugio. Debo confesar que nuestra imagen semejaba a la de una patrulla perdida después de la gripe. A partir de aquí por esas cosas de San Roque apareció un perro negro que ya nunca se nos despegó.
Nuestra próxima parada fue un lugar llamado “Almacén de la Capilla ”. Allí la cordialidad Charrúa de su propietario se hizo ver ofreciendo degustaciones de vinos de su producción y si no fuera que al parar la lluvia debíamos partir, al pobre Yorugua le tomábamos hasta el aljibe.
Salimos. Tierra colorada. Consistencia de mousse recién batido. Los angostos semitubos de mi pistera se hundieron hasta el caracú. Y aquí Adrián solidario bicinauta y Caballero del Camino barrenando sobre el dulce de leche se volvió para hacerme el aguante. Mi reconocimiento Amigo. A todo esto al perro negro del cual les hablara se le iban sumando otros canes de todo tamaño y color, remedando la leyenda del Flautista de Hamelin, aunque nosotros no podíamos ni silbar La Cumparsita pues el agua nos hacía burbujitas en los labios. Ya en los finales de nuestro acuatour descubrimos un monolito con un grabado biciecuestre de Atilio Francois “El León de Carmelo”, gloria del ciclismo uruguayo en la década del cuarenta. Al posar para la foto junto a Pipe y Adrián, la gran revelación : Hasta la bicicleta del León era más nueva que la mía. Terminando esta breve crónica les diré sin pecar de pedante, que literalmente hablando esta historia quedará en los analesdel ciclismo pues por la ley universal del declive, el agua se deslizó sobre todo mi ser llegando a humedecer hasta mis partes más indignas y todos Uds sabrán que pedalear con el asiento mojando deja consecuencias odiosas. –
18,30 pm. Embarcamos con la satisfacción del deber cumplido. .
18,35 pm-De acuerdo con la Ley de Murphy : SALIO EL SOL. Chau Carmelo. Volveremos !!!
Relato: Armando Collado
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